MANOS BLANCAS
 
 
 
 
 
 
 
He tenido un sueño:
Iba por la calle y de repente escuché un grito por encima de mi. Algo desde arriba me pasó rozando. Un golpe seco sobre la acera. A mi lado un cuerpo desencuadernado, todo brazos y piernas retorcidos sobre el cemento. La calle desierta. Sólo él -eso- i yo. En la mano del caído, el clásico sobre: <<Sr. Juez>>.
Reconozco que no debí hacerlo pero los sueños son muy indiscretos. Quité el sobre de la mano rígida, abrí y leí:
<<Sr. Juez: Que no se culpe a nadie de mi muerte. Nadie me empujó, a no ser mi triste destino. Es decir: me empujé a mi mismo para ser consecuente con mis ideas.
Yo, señoría, me levanté en pie de guerra, raspé mi cabeza para que resbalasen en ella los piojos y las ideas, me vestí con un uniforme paramilitar adornado con símbolos de guerra y victoria. Me colgué de la cintura una cachiporra y una navaja y me fuí por la calle a defender a mi patria con la invasión de marroquíes, negros, polacos, sudacas. y otros seres repugnantes que invaden nuestro suelo... Llevo en mi lista de caza más de veinte inmigrantes lesionados y creo (tuve que salir corriendo) que alguno de ellos emigró a la otra vida después de mi valerosa agresión.
Yo, Señoría. en mis tiempos de descanso me dedico a leer, no crea que no soy (era) culto, todo lo que puede alimentar el mejor conocimiento de mi raza. Eso me ha perdido, Señor Juez.
En mi investigación me dediqué últimamente a querer conocer mejor las profundas raíces de mi genealogía.
Busqué los orígenes de mi noble familia y apellidos.
Mi padre era un noble oficinista nacido en la provincia de Madrid. Mi madre una piadosa dama de Guadalajara.
Mis abuelos oriundos de un pueblo de Sierra Morena... Y así Seguí investigando hasta que, rebuscando en las archivos de Simancas, encontré que mi apellido paterno provenía de mucho, mucho más al sur... Uno de mis antepasados en el siglo XII era un moro, un invasor, venido de las montañas del Rif... Asustado, me desvié en las ramas genealógicas de mis antepasados maternos... hasta que descubrí que en el siglo XVI uno de mis «tatarabuelos" había engendrado su retoño con una Indígena del Perú, cuando andaba por allá en busca de oro y fama...
Señor Juez, esto no lo puedo resistir. Yo, que he luchado por la pureza de la raza... yo, buceando en mi pasado me encuentro que tengo sangre africana y sangre india... ¿Considera Ud., Señor Juez, que una persona de mis convicciones puede resistir eso?
Yo, Señoría, soy consecuente. ¡Fuera extranjeros de España! Por eso, en estos momentos solemnes firmo este papel y voy a tirar por el balcón a este repugnante moro y sudaca que soy.
Señor Juez. investíguese usted y diga a todos mis colegas que busquen entre sus antepasados y si encuentran alguna gota de sangre impura. que hagan como yo. A ver si queda alguno vivo.
Con mis respetos, <<Señor Juez>>.
La firma era ilegible. Yo me desperté. En la pared un mapa del mundo parecía hacerme un guiño irónico y decirme en voz baja:<<Recuerdos de parte del Piteconthropus, la única raza fetén>>.
 
 
Martín Valmaseda
 
 
 
 
CULTURA
DE LA TOLERANCIA
 
Para conseguir una cultura de la tolerancia en el espíritu de todos y cada uno y en la vida social y política es preciso:
Educar a los niños y adolescentes en un espíritu de comprensión y apertura a los demás, en su cultura y en su historia, así como en su humanidad fundamental, que es la nuestra. 
Enseñarles que es importante rechazar la violencia y usar medios pacíficos para resolver los desacuerdos y los conflictos.
Inculcar a las generaciones venideras sentimientos de altruismo, de apertura, de respeto al otro y de solidaridad.
Adoptar una actitud desprovista de arrogancia en las relaciones entre las generaciones, los sexos, los individuos, las comunidades y el ser humano y la naturaleza. 
Perfeccionar los sistemas y los programas educativos para preparar a las generaciones futuras a vivir en esas sociedades cambiantes y multiculturales que son las nuestras 
Impartir lo antes posible a cada uno preparación intelectual que le permita formarse opiniones libres, humildes. y responsables. Suprimir de los manuales, expresiones de resentimiento para con ellos.
Abordar de una manera distinta la ética y los valores que transmiten las diferentes religiones.
Alentar el conocimiento mutuo de los pueblos mediante las expresiones artísticas contemporáneas para evitar los prejuicios tenaces y los estereotipos crónicos
Apreciar a cada persona es la base ética de la paz, de la seguridad y del diálogo intercultural
 
 
 
 
 
 
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MANOS BLANCAS
 DECÁLOGO POR LA TOLERANCIA
Y LA SOLIDARIDAD.
1·Escucha y considera la opinión de tus mayores
2·Permite a quienes tienen alguna minusvalía, vivir en igualdad.
3·No margines ni ridiculices a nadie por su manera de vivir la sexualidad.
4·Comparte lo que tienes con los más desfavorecidos y ayúdales a superar su situación.
5·Pide para todas las personas las mismas opurtunidades.
6·Acoge a quienes han tenido que abandonar su tierra contra su voluntad.
7·Respeta las ideas, creencias y culturas diferentes a la tuya.
8·Rechaza toda forma de violencia como modo de resolver las diferencias.
9·Esfuérzate en descubrir las cualidades de los otros.
10·Ama la vida en todas sus manifestaciones y respeta su desarrollo.
 
Alumnos de 8º curso.
Colegios de Lourdes, Carranza y Solvoechea, de Cádiz.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
TODOS DEPENDEMOS DE TODOS MÁS DE LO QUE CREEMOS
Tu Cristo es un hebreo.
Tu pizza es italiana.
Tus vacaciones son internacionales.
Tu democracia es griega.
Tu escritura es latina.
Tu café es brasileño.
Tus números son árabes.
Tu coche es japonés.
Tu reloj es suizo.
Tu cerveza es alemana.....
y.....
¿Tu vecino es el único extranjero?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Mª Jesús Viana
 
    Había una vez un país en el que todas las cosas eran azules: las montañas eran de un azul intenso, la hierba era de un azul pálido y suave.. .,todo era azul. Todo, hasta los niños, que tenían las manos, la cara, los ojos, los cabellos y todo su cuerpo de un azul tan brillante que parecía mágico.  
    En aquel país todos eran felices. Bueno, casi todos, porque había un niño, Juan Verde, que se sentía muy triste porque era distinto. Era un extraño color que nadie había visto antes y esto le hacía sentirse muy mal. Los otros niños no querían a Juan, se reían de él y no le dejaban participar en sus juegos.  
    Decía una antigua leyenda que atravesando el gran río que limitaba el país de los azules, se llegaba a un extraño país donde sucedían cosas muy raras. ¡Se decía incluso que las cosas no eran azules en ese país, que existían otros colores! La leyenda continuaba diciendo que aquel que se atreviera a atravesar el río perdería su color azul y, por tanto, moriría.  
    Juan Verde conocía esta leyenda y un día que estaba demasiado triste para sentir miedo decidió cruzar el gran río en busca del otro país. Si ese país no existía, al menos él perdería su horrible color para siempre. Casi sin pensarlo empezó a andar en dirección al río. Cuando llegó a la orilla sintió miedo: las aguas bajaban con mucha fuerza y el río era muy ancho y muy profundo. Juan, por fin, se decidió: dio un salto y se introdujo en las revueltas aguas.  
    La corriente le arrastró río abajo y finalmente apareció en una tranquila laguna. Sin ninguna dificultad nadó hasta la orilla y, al salir del agua, estaba maravillado: se encontraba en un extraño lugar donde había miles de colores, las montañas eran grises, el cielo azul, las nubes blancas y... la hierba -¡era fantástico!-, la hierba era del mismo color que Juan: de un verde brillante y fresco.   
    Juan siguió andando cada vez más feliz por el nuevo país. De pronto oyó voces, voces que le recordaban a las de los niños del país azul. Apareció una pelota y detrás un niño que se le quedó mirando y le sonrió: "¡Qué bonito eres! -le dijo-. Eres verde!"  
    Juan estaba sorprendido. Nadie antes le había dicho que su color era <<bonito>>. El niño que le hablaba era de color rojo y detrás de él aparecieron otros niños azules, amarillos, verdes, blancos..., de todos los colores que podáis imaginar.  

    Juan Verde se sintió feliz: ya no estaba solo 

 
 
 
 
    Intolerancia de «andar por casa» 
Francisco J Valiente
 
 
    ¿Se atrevería usted a apalear a un negro? ¿Quemaría las casas de los gitanos? ¿Participaría en una manifestación para expulsar a los moros? Por supuesto que no. Todas esas conductas nos parecen abominables, van en contra de nuestros principios y haríamos todo lo posible para que tales situaciones no se produjeran. De acuerdo.  
    Las conductas antes descritas formarían lo que podemos llamar intolerancia fuerte: intolerancia que se viste con chupa de cuero, que calza botas militares y se refugia tras el anonimato que ofrece un pasamontañas. Es la intolerancia de quienes tienen, por dentro y por fuera la cabeza rapada. Pero cuidado; este tipo de intolerancia, a veces, puede venir disfrazada con traje y corbata y apoyarse en poderosas razones macro-económicas o socioestructurales. Contra esta forma de ser y actuar luchamos todos y trabajamos por erradicar cualquier brote. en la medida de nuestras posibilidades.  
    Pero esta intolerancia fuerte no nace de forma espontánea. Requiere un caldo de cultivo unas condiciones que la posibilitan. Y es aquí donde todos tenemos algo que aportar. Hay un tipo de intolerancia débi1, de andar por casa. que a todos nos afecta. Que anda rondando por las tierras, los bares, las aulas de nuestras ciudades y se cuela en las conversaciones de la calle. Pequeños rasgos y detalles que pueden parecer insignificantes pero que, en condiciones especiales, pueden conducir o justificar los brotes de violencia racista a los que asistimos atónitos en estos últimos tiempos.  
    De este último tipo de intolerancia participamos, en mayor o menor medida, todos. Nuestras relaciones con los demás, con excesiva frecuencia. están teñidas de algunos rasgos poco tolerantes. El punto de partida de lo que quiero decir es la aceptación incondicional o no del otro. Tal vez no sepamos todavía, vivir en la diversidad; tal vez hayamos tenido que aprender, a marchas forzadas, el valor de la pluralidad y la importancia del respeto. Todos nos definiríamos como personas tolerantes, abiertas y respetuosas con los demás. Pero no siempre lo somos sin reservas sino, a veces, a pesar nuestro y a regañadientes.  
    La base de la tolerancia es la aceptación, sin compromisos, del otro, sus ideas y su forma de vida, aunque no concuerde con lo que nosotros pensamos. Y creo que, para que esta aceptación sea verdadera ha de partir de la solidez de nuestras propias convicciones. Puede parecer contradictorio y hasta paradójico, pero creo que es así.  
    Desde las propias ideas, sometidas a crítica y contrastadas, podemos comprender el difícil camino que conduce a la adquisición de las convicciones de uno mismo y lo arriesgado que resulta, en algunas ocasiones, defenderlas. Así se puede valorar y entender mejor la postura de quien piensa distinto de nosotros y se puede reconocer su esfuerzo por ser coherente. Desde la propia experiencia de haber tenido que defender las propias ideas, porque se tienen y se creen dignas de ser defendidas, se ha de ser más comprensivo con aquellos que han recorrido otros caminos y, ante nosotros, defienden sus adquisiciones.  
    No hay que tener miedo a la diversidad. a la discrepancia y sí a la uniformidad. Pero todo esto no pasaría de un plano intelectual si no se concreta en la vida de cada día. En nuestro trabajo, en el lugar de estudio, en la familia o con los amigos, hemos de crear espacios de respeto hacia el otro. No hace falta que ese otro sea lejano o extranjero: antes de nada hay que comenzar por asumir las discrepancias de quienes son de nuestra misma raza, lengua y cultura. Pensar en nuestro trato con los que nos rodean esos pequeños detalles de intolerancia que jalonan nuestra vida diaria: juzgar por las apariencias, mantener prejuicios, ver dobles intenciones a cada paso, justificar nuestros fallos pero no las equivocaciones de los demás, creernos poseedores únicos de la verdad. descalificar a quien piensa distinto de nosotros, etc.  
    Me parece que este puede ser un primer paso para construir una sociedad más tolerante. Una sociedad en la que no sólo erradiquemos las formas más llamativas de intolerancia sino, también, la intolerancia de cada día, la que todos, en alguna medida, practicamos, la de andar por casa.  
     

    Jóvenes y xenofobia  

    Mario Pardos
    1- Racismo, xenofobia y juventud: una relación estrecha  

    A la hora de hablar de xenofobia y juventud, es necesario que precisemos ambos conceptos      y los relacionemos. Es el punto de partida desde el cual se realiza nuestra reflexión. 
    El diccionario de lengua española distingue entre los conceptos racismo y xenofobia. Define al primero como la teoría de origen nacional socialista alemán que hace prevalecer la propia raza sobre cualquier otra y desde ésta, en orden descendente, hasta llegar a denigrar la existencia de ciertas razas. Sin embargo, entiende por xenofobia el odio desmesurado y empírico en acciones por todas las demás razas <más bien nacionalidades> que no sean la propia, es decir, odio violento a extranjeros. El racismo en sí tiene de fondo una visión etnocentrista de la propia comunidad humana. 
    Nosotros aquí no haremos distinción de conceptos por dos motivos, primero porque no se pretende realizar un estudio conciso donde las terminologías sean relevantes. y segundo, lo más importante, porque la práctica de acciones xenófobas, violentas o no, ha logrado demostrar su unión, dependencia e interrelación con el racismo como ideología de base y la afirmación etnocéntrica de la propia raza. Nos circunscribimos al ejemplo de España. 
    En lo referente a los hechos y consideración específicamente juvenil, se puede decir que ocurre lo mismo. Hoy los acontecimientos xenófobos y racistas en España están protagonizados, según datos policiales, por jóvenes de 17 a 25 años en el 93% de los casos. Así, pues, decir xenofobia en España es, prácticamente, decir jóvenes españoles xenófobos. La violencia siempre ha sido practicada por los jóvenes, mientras los adultos han sido los que manejaban sus hilos agresivos. especialmente desde la máxima de André Breton allá por mayo de 1968: 
    "El supremo acto surrealista es tomar un revólver y disparar indiscrimínadamente sobre la multitud". 
     
     

    2- A fuerza de casos recientes  

    El acontecimiento racista se presenta últimamente con un matiz de moda, de boom, de fuente de "solidaridad", cuando no de oportunismo periodístico para evadir problemas nacionales más profundos. Es en la década de los ochenta la noticia fue la intolerancia con el mundo gitano, los drogodependientes y los nuevos modos de relaciones sexuales; la de los noventa se caracteriza por los hechos de violencia ejercida sobre los inmigrantes. 
    Algunos casos, sobre todo, han puesto sobre el tapete de la actualidad social, desde uno u otro frente, una constatación: el español es cada día más xenófobo. La muerte el día 13 de noviembre de 1992 en Aravaca (Madrid) de Lucrecia Pérez, dominicana y, según se supo después, trabajadora de una discoteca, hizo saltar a la palestra la realidad. Se siguieron después manifestaciones por las principales calles de Madrid y gestos de antí-racismo, a la vez que se repetían los hechos poco después. 
    En 1993, un joven moría en Barcelona a manos de los "cabezas rapadas". Y a principios de 1994, Otro joven madrileño era asesinado por las bandas de skinheads. La sensibilidad en estos últimos casos fue menor. pero acaparó la atención de todos, sobre todo, porque coincidía con las fechas claves de su actuación: el 20-N (aniversario de la muerte de Franco) (Cfr. además los sucesos señalados en De la mano de los textos de este mismo dossier). 
    No significa que los acontecimientos señalados sean lo más álgido de la intolerancia en España, pero sí que, por unas u otras causas, fueron el detonante para que la sociedad española se organizara a favor o en contra. Mención aparte merece la prensa escrita que, cuando no tuvo noticias de casos concretos, empleó sus columnas para la reflexión más variada y abundante en torno a la xenofobia que ha experimentado la sociedad española. 
     

    3- Movimientos xenófobos  

    Casi siempre el tipo de violencia xenófoba responde a tres características básicas: es ejercida por varones, con carácter individual o de grupos privados y no tiene fines económicos ni móviles estratégicos, sino que su base hay que buscarla dentro de las ideologías. 
    De entre los grupos juveniles racistas o xenófobos destaca el de los Skinheads o cabezas rapadas. El grupo se define con una suma de caracteres de culto a la violencia porque sí e ideologías neonazis. Aprovechan su indumentaria, su calva preparada para el caso, sus cicatrices de "guerra" con heavies o punkies y su jerga para causar pánico a quienes se acercan. Ante el ciudadano corriente, les basta con saberse mirados y causar miedo. No pocas veces, aunque cada vez menos, hay que buscarlos de ordinario a la salida de ciertos encuentros internacionales de fútbol (recuérdense auténticas masacres provocadas por estos grupos o sus derivados en estadios de otras naciones). 
    Su origen ideológico se asocia a la definición que Alemania da de sí misma en el siglo XIX: una "nación de una sola raza", así como en la ley alemana de ciudadanía de 1913. Con todo. está presente, incluso de forma institucionalizada, en partidos politicos y sindicatos en el resto de Europa, principalmente en Austria, Suiza, Inglaterra y, en general, entre los movimientos que aplauden la iniciativa étnica de Hitler. Baste un dato más: 200.000 personas se manifestaron en Viena (Austria), un país conservador y nacionalista en materia racista, el 23 de enero de 1993, clamando por un cambio de leyes y aumento de poder de un partido xenófobo que ya posee el 19% de los votos de las últimas elecciones. 
    Según la policía (Cfr. El Mundo, 21-9-93) hay en Madrid del orden de 300 miembros. aunque resulta difícil precisar el dato por que su número crece día a día. Baste, para tener una idea de su auge, con saber que en el primer trimestre del 93 se detuvieron a 288 skíns". La franja de sus edades va de los 13 a los 21 años. 
    Otros pequeños movimientos claman contra la entrada de inmigrantes en España por motivos laborales dado que, supuestamente, quitan puestos de trabajo a los españoles, especialmente a los jóvenes. Recientemente se ha descubierto que más del 53% de ellas se dedica a realizar tareas de agricultura o ganadería, hostelería y servicios domésticos que los españoles no están dispuestos a hacer. 
     

    4- Movimientos anti-racistas 

    El pluralismo actual de la juventud, no sólo de la española, es hecho evidente. Nos interesa ahora un grupo de ellos, muy extendido y diversificado: aquellos que dedican sus esfuerzos juveniles a preocuparse por los demás, en este caso por los inmigrantes y contra la intolerancia en general. Son grupos muchos veces integrados en asociaciones cama: SOS-Racismo, Jóvenes por la Intolerancia (que a su vez comprende más de 10 asociaciones), Servicio de Extranjeros de Cruz Roja, CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), COMRADE (Comité de Defensa de los Refugiados y Asilados en el Estado Español), KARIBU (amigos del pueblo africano), FEDORA (ayuda al inmigrante), etc. 
    Sus plataformas de actuación son variadas, según las grupos. Se puede afirmar que, fundamentalmente, desarrollan una tarea de triple sentido: animación y sensibilización de la población, presión ante los poderes públicos y civiles para combatir el racismo de una forma eficaz y apoyo y encuentra can las emigrantes en circunstancias de rechazo xenofóbica. Para ello, suelen cantar can formación de animadores de las Asociaciones, publicación de escritos y materiales didácticos antirracistas, comunicación y formación de grupos con personas inmigrantes, participación en los Medias de Comunicación Social, etc. 
    Si todo movimiento asociativo juvenil influye sensiblemente en las actitudes sociales del entorno, queda demostrada su eficacia, particularmente cuando asume el rol de ser un cauce de integración de los diversos colectivas étnicos, inmigrantes o no, y de las jóvenes menos favorecidos en general. Ciertas características de la sociedad española actual, entre las que se encuentran la mayor formación de la juventud, el valor del tiempo libre, la mayor sensibilidad de dedicación a los demás, el adquirir un compromiso político o religioso, etc., hacen posible que, cada vez más un mayor número de jóvenes, emprendan esta tarea solidaria. 
     

    5- Actividad legal internacional 

    Según el Parlamento Europeo, se están dando claras situaciones de discriminación o racismo institucionalizado", lo cual atenta contra las bases más sólidas de las sociedades democráticas. 
    Muy brevemente, pues no es el objeto de nuestra exposición, debemos aludir a algunas problemáticas que se dan en torno al fenómeno xenofóbico. En un primer momento, la reflexión sobre el racismo debe desmitificar la unión que se da en nuestras culturas de fenómenos que no necesariamente deben ir unidas, particularmente cuando se une el odio étnico a otros problemas cama delincuencia, drogadicción, prostitución, homosexualidad, contrabando, etc., como si sólo las habitantes extranjeros o gitanos de una ciudad fueran los causantes de estas lacras sociales. 
    En un segundo momento, debemos considerar e intentar igualar las legislaciones vigentes en Europa. desenmascarando, tomando conciencia y soluciones ante la realidad de que con acogida lícita en todo país de quien se refugia por motivos de persecución, política, religión, etc., existen. los motivos económicas. Poco soluciona entonces crear leyes que sólo sirven para enmascarar y no solucionar lo que está de fondo: la incertidumbre que invade a las más jóvenes ante un futuro, asumida por sus generaciones anteriores, que ellos no están dispuestos a aceptar. De los casi 19 millones de refugiados en el mundo, el 71% son niños o jóvenes, principalmente mujeres. 
     

    6- Análisis sociológico  

    España está descubriendo, ante las últimas olas de violencia xenófoba, que es racista y debe desechar aquella brutal expresión de que "racistas son los otros", los que nos llegan aquí. En definitiva, el español, joven o no, se encuentra hoy ante una disyuntiva que merece un análisis sociológico y, sobre todo, formación ética y moral, para hacer que se concreten los fervientes deseos de solidaridad internacional y se destierren los prejuicios personales ante la realidad social de la delincuencia, la incomprensión y, en fin, del paro como el lema que puede tocarnos más directamente. 
    Existe disyuntiva social que aclarar: de una parte, en principio y salvo casos aislados, nadie desea la extinción de una raza desde la defensa etnocéntrica de la propia, pero se detecta paralelamente un grito nacionalista (al estilo de aquel "España para los españoles"). Por si fuera poco, un balance sobre las políticas de mercado, los acuerdos internacionales, las técnicas y medios de comunicación, e incluso casos de confesiones religiosas, detectan que hay un racismo civilizado que no pinta pancartas ni grita por las calles, una xenofobia solapada; la peor. 
    Una muestra más de que la xenofobia se ejerce y protagoniza desde los jóvenes es el escaso recuerdo histónco. La inmigración, base del problema racial, se ha dado en todas las sociedades desde sus comienzos. Baste recordar el número, aún hoy pero más en las décadas pasadas, de españoles afincados y enriquecidos en Europa, o el dato de que uno de cada cuatro franceses tenga en un árbol genealógico sangre española. Quizá a nuestros padres y abuelos les sirvió de mucho no ser más negros ni amarillos que los acogedores amos. Un país que debe tanto al extranjero, sea cual sea el país, no debería permitirse hoy seguir la moda nazi. Es una visión que conviene recordar, también en la educación. 
    La construcción de una Europa fuerte y unida quizá conduzca a un mayor rechazo étnico de invasión. Los demás sobran porque no nos aportan nada. Ante la proclamación de la ONU de 1990, "Los trabajadores emigrantes y sus familias deben tener libertad para abandonar cualquier Estado, incluyendo el Estado de origen", España reaccionó con la "ley de extranjera". Sin duda, se impone una obligación, a españoles y europeos: crear una cultura y educación más solidarias como vacuna contra el virus xenofóbico. 
     

    7- Contra xenofobia, educación en la solidaridad  

    Dicha queda la necesidad de una ética de valores humanos y de una visión histórica de los movimientos migratorios españoles para comprender y aceptar mejor la situación actual de emigración y xenofobia que vivimos. Y queda patente, por otra parte, la falta de educación para la pluralidad. Pero, me parece, que en clave de educación se impone, como valor primero, el de una reflexión, información y educación más solidarias. 
    Desde distintos medios -prensa, escuela, universidad- la batalla contra el racismo lo es contra el egoísmo. No ser xenófobo no es sólo no matar seres humanos de otras razas, es aceptarlos a nuestro lado como a uno más. Sí los movimientos migratorios han labrado y enriquecido durante siglos la historia de la humanidad en todas sus facetas, habrá que vencer un temor de fondo en nuestra cultura, y educar desde y en la positividad del intercambio cultural, cualquiera que este sea. 
    No debe darse ni una falta generosidad, ni egoísmo insolidario. Nos es, incluso, más fácil de aceptar que somos racistas que el ser insolidarios, pero debemos ir a la raíz del problema. En una España que se movilíza desde diversos frentes y con múltiples objetivos para ser solidarios con los que mueren de hambre o enfermedad más abajo de Gibraltar (y ello no está mal), nos cuesta aceptar al lado de los pobres a quienes realizan, las más de las veces, trabajos que nosotros no queremos realizar y a precios que no estamos dispuestos a tolerar. Lo que no soportamos es la pobreza, tampoco la española. Se impone una educación más solidaria como primera medida antirracista y tolerante. 
     

    8- El voluntariado>>: un camino nuevo  

    Más de siete millones de españoles participan en acciones de voluntariado, según el cálculo de la Plataforma para la promoción de este tipo de actividades. Sacrifican parte de su tiempo cuidando a enfermos de sida, trabajando con los reclusos o asesorando a refugiados. No perciben dinero por su trabajo. Les mueve, sobre todo, la solidaridad y el altruismo, valores que hoy en día cobran auge al tiempo que desciende el ideal del enriquecimiento rápido. Pese a todo siguen siendo pocos los voluntarios en España; la mitad que en otros países de la Unión Europea. 
    La ministra de Asuntos Sociales reconocía el mes pasado que las ONG ejecutan con mayor eficacia que la Administración los proyectos de ayuda humanitaria. Gobernantes de todo el mundo y organismos internacionales como Naciones Unidas coinciden en subrayar la eficacia y méritos de la acción voluntaria. 
    Se les reconoce, por ejemplo, una mayor capacidad para detectar las necesidades sociales, dada su proximidad al ciudadano. Igualmente, se hallan menos lastradas por las tareas burocráticas, lo que se traduce en una agilidad de reflejos y una operatividad de la que carece la Administración. Asimismo, fomentan la participación ciudadana, favorecen la experimentación de métodos y prestan una atención más personalizada frente a la masificación de los servicios públicos. 
     

    9-  Un ejemplo: <<Manos Unidas>>. Campaña contra el hambre  

    <<Manos Unidas>> es una ONG católica de voluntarios, creada en 1960.  Su fin " la lucha contra el hambre, la mala nutrición, la enfermedad, el subdesarrollo y la falta de instrucción" (Estatutos, art. 6). Nació como una campaña puntual contra el hambre y, a partir de 1978, adquirió plena personalidad jurídica, canónica y civil, pasando a llamarse <<Manos Unidas>>.El objetivo general de la organización se concreta en dos líneas de trabajo: 
    Sensibilizar e informar a la opinión pública y a los órganos de poder sobre la realidad del Tercer Mundo para impulsar cambios estructurales y de actitud que promuevan la justicia. En este aspecto, tiene mucha relevancia potenciar la Educación para el Desarrollo por medio de los servicios educativos, de documentación y de información, así como a través de la relación con profesionales y los medios de comunicación. 
    Financiar proyectos de desarrollo en Asia, Africa, América Latina y Oceanía. Estos proyectos están elaborados por el grupo del Tercer Mundo que solicita la colaboración de Manos Unidas y tienen como objetivo mejorar las condiciones de vida de las personas y posibilitar procesos de autosuficiencia comunitaria. Se exige la participación activa de la población beneficiada y para su aprobación no se hace ninguna distinción por raza, religión o país. Los fondos son enviados directamente, lo que disminuye los gastos e incrementa la eficacia. 
    La campaña de Manos Unidas ("Un solo mundo. Un proyecto común") quiere reflexionar sobre el consumo y el medio ambiente. Cómo la avidez de consumo y la creación constante de nuevas necesidades que tenemos en el Norte, hace que los recursos no sólo no estén bien distribuidos sino que incluso puedan llegar a agotarse. 
     El gasto de papel por habitante y año en los países ricos supera los 100 Kilos, mientras que en el Sur se estima en 8. Mientras tanto, en algunos países africanos el desierto está avanzando 8 Km. al año. 
    Miles de personas mueren al día por desnutrición, mientras que en los países ricas cada vez son más las enfermedades cama consecuencia de dietas demasiada abundantes en grasas y proteínas. 
    El Norte consume el 70% de la energía del mundo, el 75% de sus metales y el 85% de sus maderas. Si el Sur consumiera de la misma forma, se necesitarían 10 veces más de combustibles fósiles y 200 veces más de riquezas minerales. 
    El mundo es uno e interdependiente, no queremos decir homogéneo, cada país, etnia, etc., con sus culturas y sus valores tiene que enriquecer al conjunto del planeta, pero a su vez tiene que participar en construir un espacio en el que todas con sus peculiaridades tengan cabida y puedan desarrollase como  personas. 


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